Sueños (II)
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- Tú, hijo, ¿estás durmiendo?
- No, papá, estoy pensando.
- ¿Pensando? ¿Pensando en qué? ¿En esas cosas que escribes en el cuaderno? Vamos, hijo, vacía tu cabeza de todas esas chilindraditas inútiles. Pero ahora duerme, que ya es tarde.
- Vale.
- Oye...
- ¿Qué?
- ¿Has besado ya a la niña ésa? ¿Eh? ¿A la que te mostró el bragamen?
- ¿A la chica de la cabaña? ¿La qué enseña las bragas por ahí, dices?
- Sí, exacto, esa moza. Parece que tiene en muy alta estima, ¿eh, truhán?
- Pero papá... es retrasada. Por eso está encerrada en la cabaña. Sus padres apenas la dejan salir los miércoles para coger piñas secas en el bosque.
- Pero es una mujer, maldita sea. Y siempre se la puede besar y tocar, y más si se deja. Si la fuerzas está mal, se llama violación, hijo, que lo sepas.
- Pero es que es muy torpe, y no sabe leer.
- Basta con que sepa hablar para darte conversación.
- Pues yo no le entiendo nada. Cuando dice algo me escupe y se ríe constantemente. Y si no me río yo también me pega con las piñas en la cabeza.
- Joder, Nicolás, te estás volviendo un exquisito, eh. A mi me parece muy guapa, está bien hecha, vamos. Y seguro que cose muy bien los remiendos de tu ropa cuando salgas a la mina.
- No creo que la dejen jugar con agujas, se las clavaría en el ojo.
- No, Nicolás, no lo entiendes, está visto que no. Cuando seas su marido puedes hacer lo que sea con ella, nadie mandará sobre vosotros. Si deseas que cosa coserá.
- Pero yo no quiero que cosa. No creo que sepa, además, ya te lo dije.
- No la subestimes, hijo. ¿Sabes lo que significa subestimar?
- Es cuando crees que una persona es más tonta de lo que es, ¿no?
- Más o menos. Pues bien, cuando subestimamos a una mujer se le llama machismo, ¿entiendes? Y tú no puedes ser machismo, eso está mal.
- ¿Cómo forzarla para que te bese?
- Exacto, eso es violarla y también está muy mal. Fatal. Pero bueno, ya hablaremos de eso mañana. Ahora duérmete que es muy tarde.
- Vale papá, te quiero.
***
- Oye hijo...
- Ahhh.. ¡No enciendas la luz!
- ¡Mierda, está bien, ya la apago! Pero dime, ¿sabes lo que es masturbarse?
- ¿Qué?
- Sí, bueno, ya sabes. ¿Tus amigos y tú nunca habéis hablado del tema?
- Creo que Eloy dijo una vez algo sobre una paja.
- Ah, si... ese Eloy. Sabes que no me gusta nada que te juntes con ese niño gordo. Ya sabes el mal que ha hecho su padre por esta familia.
- Sí, lo sé. Pero Eloy es bueno.
- En fin, solo quería decirte que cuando habléis de pajas, pues... pues que antes de hacer nada, sepas que no es nada de meterse una paja por el culo.
- ¿Ah no?
- No.
- Uhm. Pues vale.
- Y ahora a dormir. Hasta mañana Nicolás.
- Hasta mañana, papá.
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43 estaba muy preocupado porque no me convirtiera en un machismo. Lo repetía a todas horas: mientras tomaba el té, mientras cazaba ciervos o cortaba la maleza. Ese verano me harté de advertencias acerca de lo peligroso que era convertirse en un machismo.
Cuando me hice 24 aprendí que el amor es algo más una simple definición estúpida en mitad de una campiña repleta de animales de granja liberados. Aunque reconozco que las palabras de mi padre, entonces 45, creo, fueron muy sabias. A su manera, claro.
- Sabrás que amas a una mujer cuando sin quererlo la beses de manera diferente. Normalmente, tendemos a inclinar la cabeza de manera mecánica hacia un lado. Yo, por ejemplo, suelo torcerme hacia la derecha cuando beso de frente. En el momento en que te enamores, Nicolás, sentirás que quieres besar a esa mujer por la izquierda.
- ¿Por la izquierda?
- Y al revés, y con los labios apretados, abiertos de par en par...
- ¿Y qué es un beso con lengua?
- Pues... la verdad es que no lo sé. Pero yo también he oído hablar de él, de ese tal beso con lengua, sí... ¡Cuidado, un faisán!
[[¡¡PUM!!]]
- Papá, era un conejo.
- Es verdad, un conejo...
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La cantidad de tiempo que había perdido. O ganado. O invertido. A pesar de todo creo que, no obstante, estuvo bastante bien.