domingo, diciembre 31, 2006

Galería de "hadorable" escoria

No, no soy 6dedos, soy Jorgito Foreman y os vais a cagar, porque aquí os traigo una colección de personalidades que no olvidaréis nunca. A aquellos que sigáis con mayor o menor detenimiento nuestra trayectoria estufera, no hace falta que os diga de qué va esto. Es que el otro día topé con una madriguera de gentes retratadas que me supuso una gran e incontenible emoción que debo, necesito compartir con ustedes.
Elijan el/la mejor/peor....más adecuada/o (hay que dejar se ser sexistos, que ya lo dice la RAE) para llevárselo a casa regalado. De paso intercambiamos tabaco por obesos y subnormales, a lo cual aprovechamos, a su vez, para dotarles de vida con deliciosos subtítulos caseros. Se aceptan/exigen comentarios y aportaciones personales, huelga decirlo.

Queridos, ha llegado la hora de contribuir a este reducto de cordura y quintales de amor; estos, y no otros, son mis verdaderos hamigos. Desde ahora, vuestros también:

Cuando nos despertamos, la comida dietética aún seguía allí.




- Los chupitos de regla gatuna me proporcionan toda la energía que necesito en mi duro día a día
- Hijadeputahhh!!!



"Soy el típico gordo que cuando el profesor Matutes se daba la vuelta, te apuñalaba la espalda con el bolígrafo ansiando respuesta.Me follo a tu hermana y la hago gritar (sí, ella estaba debajo)."


No puedo obviar el exhibicionismo de dos de mis mejores amigos: son Fernando y Michel (Arrabal y Houellebecq, para más señas).



De hecho esta es su historia, la de dos amigos en la acepción más amplia y sincera de la palabra que sólo Fernando supo aprehender y mostrar.

Son tan adorables e ingentes en su vida y obra (a veces color también) como inútiles para las minucias cotidianas.
No saben ir solos a hacer la compra ni abrir una lata de sardinas, y sólo cuando se hallan en idílica compañía (con su inseparable perrico como intermedio entre ambos) alcanzan la sabiduría en grado supino al freír salchichas con tocino, hacer sudokus con el glande y acometer puzzles y quimeras tan infantiles que ni siquiera un niño de 5 años sería capaz de soportar.

Yo 0 - Mis circunstancias 3


¿De verdad pensáis, jóvenes incautos, que sabéis lo que es la diversión? ¿Carpe Diem, decís? Y un comino pornográfico. Preguntadles a ellos y aprenderéis.


"Te estoy diciendo que me suda la polla la presentación del libro. Hoy Fernando trajo 4 rollos de papel higiénico y yo tenía un caramelo de palo. Con eso nos llega y sobra para pasar lo que queda de mes entretenidos."


Pero no todas mis amistades con hache pertenecen al mundo del star system bizarro internacional. Muchos de ellos, por fortuna (más bien) o por desgracia (más bien no), han permanecido eones sumidos en el más absoluto anonimato. Aquí, un homenaje. ¡Música, 6dedos!




Diógenes y Nacho, en el parque, sopesando sus dudas existenciales. Dicen que, en otro tiempo, trabajaron para la CIA. No tienen dientes, les sobran. "Porque yo lo valgo".


Tostadito. Su cartel lo resume como persona y personaje mucho mejor que cualquier palabrería barata que pudiera vomitar aquí. Lo quiero mucho. Es buena gente.


Mi primo Harvey. La foto es de una noche en que lo reté a defender su honor ingiriendo nutritivos alimentos de esos que ahora nos prohíbe el Ministerio de Sanidad y Consumo.


No sé sus nombres; yo los llamo "los señores". Aparecen de vez en cuando a las puertas del supermercado agrediendo a ancianas con lechugas y cegando a niños con polvos de cheto en las pupilas. A mi me tratan bien.


No, este es un hombre al que tuve el placer de fotografiar en una manifa en defensa de las tropas americanas en Irak...


... y fue allí mismo donde me topé con estos buenos hombres, cargados de ideolgía y argumentos...


...y con esta amable, cuerda y sonriente señora señora.


Esta va por todos aquellos que dicen que no respetamos a las minorías étnicas, raciales y sexuales. Venga, porque en este mundo cabemos todos.


Y por eso os enseño una instantánea que pude capturar en mi etapa de enfermero furtivo en China capital, donde uno de los pequeños diablillos a los que debía sanar con agujas se resintió levemente del pinchazo.


Un día, que se me ocurrió dejar a mi sobrinita al cargo de 6dedos durante un par de horas, y pasó esto.


Y el mozalbete de encima es un colega de 6dedos, al que me encontré un día en su casa, jugando con unas reliquias y mostrando sus vergüenzas.

Más o menos, estos son los seres terráqueos por los cuales daría mi hígado en cualquier momento crítico de sus vidas. Pero no me gustaría dejaros sin antes mostraros algunos efectos nocivos del exceso de confianza y amistad, con o sin hache. Son esos momentos en los que uno se deja llevar por el ambiente, la fiesta y la lujuria, y acaba poseído por sustancias y/o detenido por un hombre de uniforme. Aquí, una muestra de las desgracias que han embargado a mis mejores hamigos en días de fiesta, vino y rosas:







Y suerte tendréis, estuferos, si no acabáis la noche con un regalo en forma de artístico estampado en alguna parte deshonrosa de vuestra anatomía.


Con estas cartas, no me diréis que no os he dado suficiente material como para que no llegue el día en que protagonicéis una foto como esta:


Adiós, buenas noches.
LaEstufa les desea a todos ustedes un próspero 2007

viernes, diciembre 29, 2006

¡Gizmo es hetero!



Son las malas lenguas, ejem, ya saben... ¿Qué personaje mínimamente característico, especial, puntero o extravagante, perteneciente o no al mundo real, se ha librado de ese sibilino yugo que pone en entredicho su sexualidad? Desde Camilo Sexto (perdón, Sesto), hasta su tocayo de Ory, pasando por el fantasioso universo de Lewis Carrol (su obra es entendida por muchos como un juego filantrópico de -auto-búsqueda homosexual)... ninguno se ha librado de ver su cama como un espejo humano o cultural para las masas. Tus agujeros son mis agujeros, ¿capichi?


Pues hay un hamigo de la naturaleza que no está dispuesto a pasar por la tangente. Se llama Gizmo y a falta de ser una cría de mamut, protagonizó un par de películas imprescindibles que allanan la memoria unilateral de toda una generación de veinteañeros que tuvieron o desearon su abrigo en forma de mítico peluche. Conocimos a Gizmo en Gremilins, filme de culto dirigido por Joe Dante en 1984. El guión estaba basado parcialmente en un relato de Roald Dahl desarrollado en la segunda guerra mundial; en él, los gremlins eran pequeños monstruitos alemanes que manipulaban la maquinaria bélica americana a su antojo, provocando copiosos desastres y siniestros en la milicia anti nazi. El encargado del libreto fue Chris Columbus, director de películas como Solo en casa, quién ambientó la historia en la actualidad y dotó al relato de un humor negro cargado de ironía en la forma, y de un espíritu navideño entrañable en el fondo. Los numismáticos bichejos imaginados por Dahl padecieron una mutación cinematográfica que los transformó en unos almibarados peluchines animales que cambiaban de piel e intenciones al contactar con el agua. Así, de la misma manera en que el cine espectáculo de mitad de los ochenta, tan dado a la resurrección de figuras mitológicas del terror, hacía de los científicos, mecánicos y minúsculos animales Dahlianos unas execrables criaturas pringosas, dentro del propio filme se planteaba una metáfora avanzada sobre el proceso de desgaste imaginativo (y degenerativo) que Hollywood experimentaría en los sucesivos años.


- Voy algo puesto de hierbas opiáceas, pero creo que estoy en condiciones de asegurar que a Gizmo le gusta más un rabo que a Corey Feldman un gramo de felicidad.


Y es que el público, cruel como él solo, no podía obviar ese delicado deje en el pestañeo, el premeditado contorno besucón de sus agrietados labios, o la danza patosamente afeminada que emprendía cada vez que intentaba caminar. Gizmo estaba destinado a convertirse en otro de esos personajes del mundo del espectáculo crucificados de por vida como homosexuales encubiertos. Cada beso en público, cada relación, cada hijo... todo formaría parte de un montaje mediático que, a ojos de la prensa y el ciudadano medio, ponía tierra de por medio en los rumores sobre homosexualidad que constantemente acechaban al personaje. Ni Cary Grant, ni Errol Flynt, ni siquiera Torrebruno o el magnate Tom Cruise se han librado de ese estigma.


- ¡¡¡Det-tructoreeesss!!! ¡¡¡Soy unoh detructoreeeeehhh!!!
Sin embargo, yo apoyo a Gizmo. Él asevera que es heterosexual, que tiene novia y que jamás, JAMÁS, ha chupado un pene. Insisto en que tiene mi mano tendida para lo que necesite, y que de igual forma me comprometería a hacerlo si asegurase ser un chapero Hollywoodiense más (como Humphrey Bogart o Harrison Ford, por ejemplo). Lo que yo firmo es la libertad de cada ser humano, crustáceo o bloggero a follarse los culos y vaginas que le plazca; porque lejos de ser el malvado que pintan por ahí, este bosta humana tiene un corazoncito. Y muy grande.
En realidad, y como habrán podido adivinar, mi apoyo a la libertad sexual de nuestro Gizmo no es más que una excusa para dejar caer una proposición indecente a todas esas gentes de la burguesía internáutica que tienen a bien visitar esta cochambre ruinosa de vez en cuando. Porque, pase lo que pase, todos somos hermanos. Os hamo.

domingo, diciembre 24, 2006

Speed: la muerte viaja en autobus


Me pregunto si un diálogo de besugos sigue considerándose como tal cuando es cacareado por dos zorras. Y es que, ¿un besugo podría encorsetarse en la piel ladina de una arpía treintañera sin dejar de resultar tan soporíferamente gilipollas? Porque esa imbecilidad nata es la que otorga a su discurso ese tufo inductor al suicidio que tanto crispa a los que tenemos aún un poco de buen gusto. Buen gusto por el mal gusto, quiero decir, que siempre será mejor que leerse el quijote en el año de su aniversario, no sé si me entienden. Seguramente no.
El caso es que estaba muy tranquilo, descansado, aliviado de haberme desprendido del tortuoso peso de una maleta navideña, de esas que trituran todas tus vértebras hasta reducirlas a una insoportable sensación de vaguedad dolorosísima en la espalda. Iba a viajar, a viajar en bus para ser exactos, y por fin estaba sentado en el interior del coche. «Me cago en mi vida, me he olvidado del MP3», pienso. Y era cierto. Busqué y rebusqué en mis polvorientos bolsillos y nada. A tomar por culo. «¿Qué será de mí sin mis minutos recreativos entre la ponzoña musical redundante de mi disco duro? ¿Eh? ¿Voy a pasarme una hora y pico de viaje a palo seco, sin un libro ni nada?» Así que me recosté en el respaldo y, a los diez minutos, empezó el espectáculo.
- ¿Qué tal con las oposiciones?
- Bastante bien, no creas, tampoco me cuesta tanto. Una vez empiezas a chapar se te queda todo, eh. No me agobio demasiado, no es tan chungo como dicen.
Lo dicho, unas treintañeras opositoras estaban dispuestas a martirizarme con su conversación inane durante todo el jodido trayecto. Mátame camión.
- ¿Y ese corte? ¡Es chulísimo!
- ¿No me digas? Pues todo el mundo me dice que fatal, eh. Ja, ja, ja.
Y una mierda. Seguro que antes de arriesgar sus perfiladas puntas había trazado un plan exhibicionista para empaparse de elogios hipócritas y miradas asesinas inyectadas en envidia.
- ¿Pero te lo teñiste?
- No, le puse mechas.
Puta.
- Pues te queda superbien.
- Gracias, gracias. Jo, que bien, ya estaba preocupada.
Eso me suena... «¿Qué les quieres? - pienso - Son mujeres, van a dar vueltas en círculo sobre el mismo tema hasta que se hayan hartado de sorberse el orto mutuamente.»
- Tú también estás muy guapa.
- Calla, calla, que he engordado tres kilos.
Quisiera que Dios existiese para que se vengara de mí y mi constante vida pecaminosa, fulminándome en este mismo instante. De verdad.
- Pues el otro día vi a Montse. No veas que rubio se gastaba.
- ¿Montse? ¿De rubia?
- Platino.
- No me digas.
- Lo juro. Yo la prefería morena, eh, pero ella decía que se sentía mucho mejor así. Yo creo que es cosa del novio...
Genial. Ahora sí que he perdido mi fe en la raza humana. Que mala baba. No la suya, la de las arpías, las zorras, no. Mala baba del destino por ponerme allí, sin un libro, un reproductor de música o un simple ataque de sueño que me distrajese. Cosas del morbo, seguí escuchando, medianamente atento...
- Así que has estado dando clases en un instituto. - dijo una. Siempre utilizaba tiempos compuestos.
- Sí, a niños de once y doce años, jaja. - contestaba la amiga, que solía finalizar cada frase con unos jajás más falsos aún que su perfume.
- ¿Y que tal te ha ido?
- Mujer, no lo llevaba mal. Pero es que los niños no tienen ninguna cultura. - decía la tía. Hay que joderse.
- Tienes razón. Yo he estado en otros colegios, haciendo sustituciones, y los chavales no tenían ninguna cultura, - y dale - aunque en general me venia bien económicamente. Vamos, que me ha compensado.
- No, si curricularmente me viene de perlas. Pero es que yo les explicaba lo que era una monarquía parlamentaria, ¿no? Pues no va uno y me pregunta que qué es una monarquía, jaja.
- ¿No me digas? ¡Qué escándalo! - sí, una tragedia - ¿Y qué has hecho tú?
- Le digo: tú sabes lo que es un monarca, ¿no? Un monarca es el rey. Pues...¿qué será la monarquía? No sé tía, yo a los ocho años ya sabía qué era una monarquía.
En ese momento me entraron unas ganas tremendas de insertarles a ambas mis dos puños en sus respectivas bocas, a la vez que apaleaba sus hígados con las suela de mis botas y sus esófagos regurgitaban agónicamente. De repente, se pusieron a hablar del lenguaje SMS.
- No te extrañe lo de la cultura, mira sino como escriben en los móviles.
- ¿A qué te refieres?
- A las abreviaturas y tal.
- Hombre, yo también abrevio, -¡ja!- aunque tienes razón, eso influye bastante.
- No, si yo entiendo que pongan una "k" en vez de "que", o que le quiten una hache a alguna palabra... Pero es que ponen "bes" en vez de "uves", eso ya es la monda. ¿Qué estás abreviando ahí? Ja, ja.
Lo peor es que esta sarta de memeces las decían como con mucho mundo, con el convencimiento absoluto de estar sentenciando verdades rotundas, orgullosas de saber qué era una monarquía a los ocho años y de no economizar el lenguaje por teléfono móvil. Por sus santos cojones.
- Es que lo de la ortografía es cuestión de leer. - cuando dijo eso fui yo quien soltó el "ja, ja".
- Claro, yo de pequeña leía mucho.
- Y yo.
En aquel momento empecé a imaginarme a mí mismo hablando por teléfono, diciéndole a mi interlocutor que menos mal que llamaba, porque estaba a punto de reventar en vómitos por culpa una conversación de hipócritas remilgadas que desde hacía una hora venía atormentándome. Me imaginaba colgando a carcajada suelta el móvil mientras una de ellas se preguntaba si me refería a su ingenioso speach intelectual. Me las imaginaba a las dos indignadas ante mi falta de modales. Y me las sigo imaginando ahora, leyendo esto por casualidad en la red. Porque me disteis la puta tarde. Joder.


- Umh... ¿Sabes que si a los ocho años hubiésemos de sabío lo que era un monarca, ahora no seríamos deshechos sociales, Toñi?
- ¿Y qué es un monarca? ¿Un Donus sin bujero?
- ¿Veslo? ¿Ves lo que te disía?

lunes, diciembre 18, 2006

Lla hes nabidad en tu Blog


Cuando uno adquiere el compromiso de comunicarse, de expresar libremente sus ideas o su escasez estremecedora de las mismas, tiene que plantearse una raquítica estructura mental que atraviese y comprima afablemente los puntos matrices de su mensaje. Así, ningún paso será dado en falso cuando el erudito de marras (que más que erudito es gilipollas) inaugure, feliz, su blog. Cada post, cada referencia, cada link y artículo decorativo que armonice la visita por su página tendrá una relevancia artera, todo está minuciosamente planeado de antemano porque de antemano se sabe que todo pesará a la hora de emitir cualquier tipo de veredicto. Es, más o menos, un asunto similar al proceso de paz, pero con un poquito menos de vergüenza ajena. Decíamos que el hecho de abrir la boca para dejar constancia al mundo de tu opinión es un ejercicio deudor de un compromiso, fundamentalmente, adquirido con uno mismo. Este lazo de confianza pretende alzarse con la promesa de procurar no quedar demasiado en evidencia; intentar maquillar la idiotez de uno si es que es idiota, y si no lo es, hacer un sufrido esfuerzo por no perder el jodido quicio en el intento. Es una lástima, una verdadera lástima, queridos, porque no todos lo conseguimos; no todos tenemos el vigor suficiente como para evitar caer en la trampa de hacer un post navideño cuando en los supermercados olemos a Isabel Preysler por los rincones, y escuchamos la animosa música de Miliki en los altavoces de la ciudad.

Uno de los temas más recurrentes a la hora de abarcar la navidad y sus maravillas, es la conmovedora y dramática apertura de los regalos. Uno, ya ven, que le gusta solventar el problema a base de billete de 50 palos en seco cuando la duda asalta, pero que se deja carcomer el córtex cerebral por la angustia cuando hay un compromiso establecido, esta vez ligeramente más distinguido que el de ser lo menos solplapollas posible a la hora de escribir chorradas en un blog. Esto, amigos, es ya una cuestión emocional. Hablamos de sobrinos, primos, hermanos, cuñados, suegros, yernos… Y más, joder, más lazos familiares que no tienen que estar precisamente ligados a los anteriores; de hecho, a mi de esa lista de miembros me faltan la mitad, y en caso de no faltarme, eso sí, me sobrarían, pero eso es otra cuestión (o no). La magia de esto que llaman Internet le permite a uno sentirse Robin Hood por un día al consumir cultura por la puta cara, con la quijotesca idealización de las instituciones como verdaderos mastodontes de la ruindad (“SGAE ladrones”, “Ramoncín maricón”, y otras lindezas por el estilo). Gracias a la cultura del archivo y el disco duro, la idea de regalar un DVD o un CD resulta poco menos que descabellada. Como no hay mal que por bien no venga, por lo menos nos libramos de la fatigosa tarea de radiografiar la personalidad del sujeto para encontrar un regalo que le cuadre al dedillo, todo un alivio. Ahora simplemente tienes que cerrar el círculo hasta casi convertirlo en un pozo con mucho más fondo que forma, por lo que la caída libre se hace cada vez más inevitable si para colmo tienes alergia a los regalos de tela y algodón. Y es que esa es otra: las ropitas. Yo me he negado, me niego y me negaré toda mi vida a rebuscar entre perchas linda bufandita de colores, pero con mayor énfasis me niego aún a dedicarle más de cinco líneas al asunto. Es tarea para mediocres, tanto regalar ropa como contarlo después. Eso sí, la frase que precede al momento de entrega, o que más bien lo subraya, es impagable: “Bueno, TOMA”. Escalofriante. Lo de “si no te gusta lo puedes cambiar” viene después, no se crean.
Sobre la bonita Navidad y sus avatares, hay personajes mucho más predispuestos que yo a la hora de extraer temas de análisis de Perogrullo, no se crean. En cualquier blog cinéfilo encontrarán los pesares de un señor harto de ver películas dedicadas a Santa Claus. “Tim Allen es el peor actor de la historia”, dice el autor. De repente, la sombra se cierne sobre el blog, el comentario de un habitual de la página se atreve a contradecirle: “Pues yo creo que el peor actor de la historia es Christopher Lambert”. Y la armamos, eh, la armamos pero bien. Porque entonces vendrá una estudiante de bellas artes y dirá que Van Damme es mucho “más peor”, y alguien tendrá que destensar el sobrecargado ambiente con un gag analgésico. Para ello, siempre se puede acudir a tipos como Galoy, o yo que sé… Es que sobre la inmundicia de los blogs hay mucho que escribir, pero no me gustaría finiquitar el año sin dedicarle unas palabras a esa gaceta de la comedia que es el Diario Mamotreto. Anda, échenle un ojo, ya verán que risas tan risosas. Merecen especial atención los subtitulados de las imágenes, sonrojado de mejillitas asegurado. Yo ya no puedo, de verdad, cada vez que este tío intenta hacer humor me duele el estómago. Esta clase de blogs surrealistas parecen vivir en una navidad eterna, donde la nieve es lluvia de verano y los tópicos huelen a azafrán. Menos mal que, además de ser mucho más listo que ellos, soy más fuerte, y si me los encuentro en un bar les pego con mi cubata, que si no iba apañado.
Un amigo mío solía decir que la navidad era la hostia, porque no sólo hablaba del exterior, sino también del interior; era, sin duda, el período temporal que mejor se reflejaba en nuestro estado de ánimo, para bien o para mal. Que esta teoría cuaja dentro de la fermentación pestilente del internauta de pro y su obra, es algo no menos evidente que el hecho de que ese amigo mío ni existe ni existió, y evidencia tan bien la realidad de MI personaje como lo hacen los belenes y las noches de paz con el blogger incauto. Pero yo molo más, joder, que dicen que soy un troll. Un respeto, oigan.

Este pastiche mal engarzado en el que mezclo regalos de navidad, olores y sabores de la época y menciones cariñosas a hamigos a los que tenía injustamente olvidados, no es más que un paradigma sobre como la actualidad, ya sea social, política o incluso estacional, repercute como una patada en los cojones en el blog de turno. El pretexto navideño, es al fin y al cabo el mismo que, en su día, me valió para hacer lo propio con Sadam y su criticadísima futura ejecución. Es más, prácticamente, todos los artículos aquí vertidos podrían ser resumidos frugalmente con la siguiente frase: la gente es subormal (yo, no tanto).


Felices pascuas.

6D

viernes, diciembre 01, 2006

Julio Medem entrevista a Cristina "la Veneno"


Es este luctuoso motel de carretera han hecho el amor centenares de parejas perdidas, sin más mapa que el de su piel corroída por el sudor enervado con el subidón de un chute de algo más que pasión. Todos los días desfilan coches desnortados, principalmente Opel Corsas y Seats Ibiza (la gama de colores suele ser apagada, pocas veces ves un rojo chillón si no esta enfangado hasta los tapacubos). Llamo a la habitación número 34; tres toques, firmes, secos.
- Pasa. – me dice distante una voz relamida.
En efecto, la puerta estaba abierta. ¿Cómo no me he fijado? Deben ser los nervios, pienso. Entro y veo a Cristina emperifollada con bisutería barata enmarañada entre los hilachos sueltos de su imponente vestido ajustado.
- Me lo regalaron los de Telecinco, en Salsa Rosa, cuando salí de la cárcel. Fui un par de veces, me trataron muy bien.

Nos sentamos en la cama, en el cuarto no hay rastro de las formales butacas para proceder con la entrevista de manera algo más académica. Ella dice que mejor, que está más cómoda así. Me pide permiso para quitarse los zapatos (de tacón no, de taconazo). Deslizo una sonrisita tímida, descuajeringada por los nervios y el olor a tabaco (la Veneno fuma Camel, apúntenlo), y le digo que cómo no, que adelante.

Dinos, Cristina, ¿cómo descubriste tu sexualidad?

Pues yo, en mi pueblo, lo pasaba fatal, porque ya me había dado cuenta desde siempre, o sea, desde mucho antes. La gente me llamaba Joselito el maicón, y yo me reía y les decía: ¡maricón tu puta madre! Porque ya sabes, el que lo dice lo es, Julio.

Claro, claro... Tengo entendido que tus vecinos, una vez, casi te matan tirándote al mar.

(Exaltada, se incorpora y grita) ¡Sí, sí, me llevaron al muelle y me tiraron al mar! Son unos miserables y unos ruines, y me deben mucho sufrimiento, a mi y a mi familia.

Y todo eso por maricón, si me permites el término, Cristina.

Yo sí, por que tú eres una ricura y lo dices bien, y con humildad, o con gracia, o cómo se diga, pero lo dices bien. Tú no pretendes ofender, ni pretendes destruir a las personas. Ellos sí, eran muy mala gente, me tenían rencor por ser diva e ir para famosa, porque yo en Madrid he ganado más dinero prostituyéndome y haciendo la prostitición que ellos labrando en el campo y partiéndose los huevos trabajando. Ellos no aceptan la diferencia, ni a los maricones.


¿Tú estás de acuerdo con la ley que permite que los homosexuales se casen y adopten hijos?


Sí, sí, yo todo lo que sea amor, que vaya para dentro. Si follan y gozan que follen y gocen casados, que no sólo de coños y pollas se existe en el mundo, ¿no? (Emocionada)Yo soy una defensora del amor, Julio, a mi me gusta la gente y si la gente es feliz, yo soy feliz también. Que me metan un trabucazo por el culo también me hace sentir placer, pero ver la sonrisa de una familia... creo que eso es mejor. (Cristina se seca una lágrima y emborrona un poco su adusto maquillaje)

Y a ti te da igual de qué sexo sean los miembros de esa familia, ¿verdad?

Sí, claro, como si son todos maricones, me importa un pito. Bueno, siempre y cuando no sean maricones de esos pederastas, claro. En ese caso no lo vería bien.



Un buen día, las cámaras de Tele5 llegaron al parque del Retiro, robando la imagen de unas prostitutas que, encantadas, accedieron a ser entrevistadas para un casting. Se trataba de encontrar un personaje que encajara en el circo mediático que Pepe Navarro había formado en su espacio nocturno Esta noche cruzamos el Mississippi. La Veneno encandiló al presentador cordobés, y su presencia en el programa se convirtió, poco a poco, en un fenómeno más que en una anécdota.

¿Qué recuerdos guardas de tu etapa en el Mississippi?

Muy buenos, fue la mejo época de mi vida. Vivía con lujo, la gente me quería, me aplaudían por la calle... Y además, me hinché a follar.

¿Y tu relación con Pepe Navarro? ¿Cómo era?

Excelente, hacíamos muy buena pareja. Siempre hacíamos la broma del cabezón (ríe), y yo le llamaba Pepe Nabo Extraterrestre... (ríe otra vez, feliz) Era muy bueno conmigo, me dejaba hacer lo que quisiera, y gracias a él hice dos películas (“El secreto de la Veneno” y “La venganza de la Veneno”), un disco (“Veneno pa tu piel”)...

Tengo entendido que te reunió con tu familia en directo.

Sí, fue muy triste, aunque fue alegre, pero fue muy triste... Es que en los pueblos hablan mucho, y yo estaba haciendo la prostitución,y me llevan al programa del Mississippi... Y mis papás nunca me habían visto tan mujer, tan señora, tan deslumbrante... Por aquel entonces mi padre me llamaba aún José Antonio, aunque se lo tomaba así, con psicología, o como se diga. A mi madre le costó más aceptarlo, pero ahora nos llevamos todos muy bien.


La Veneno vuelve a brillar con luz propia después de pasar 3 años en la cárcel por intento de estafa a una empresa de seguros. Fue tristemente denunciada por su propio novio, Andrea Petruzzelli, un italiano que, al parecer, y según la propia Cristina, también ejercía de chulo y chapero.

Dinos Cristina, ¿qué pasó con la trama que acabó contigo entre rejas?

Pues eso fue mi novio, que es un chulo maricón, que nadie le quiere limpiar el sable en España porque no paga y es un hijo de puta. Y maricón. Me tendió una trampa, me quemó la casa, denuncié al seguro y, claro, vieron que aquello estaba amañado. pero no fui yo, fue él, el italiano. Me tiene mucho rencor, porque además la tengo más grande que él. Es un maricón.

¿Cómo reaccionó tu familia tras el ingreso en prisión?

Muy mal, estaban rotos. (Se echa a llorar) La gente les llamaba delincuentes y asesinos por la calle, y mis padres no son delincuentes ni asesinos, ni siquiera han vendido droga o pegado a alguien. Fue muy injusto. Recuerdo que mi madre llamó a Pepe Navarro para que me pusiese un abogado, pero el abogado no vino.

¿Por qué?

Porque los funcionarios de prisión me maltrataban psíquica y fisiológicamente. No me dejaban recibir llamadas, ni visitas, me pegaban... Me obligaron a raparme el pelo, y tenía que compartir ducha con los otros presos.

Claro, tú eras una mujer en una cárcel de hombre.

Exactamente, eso fue otra gran injusticia, lo saben todos los jueces de España, porque fue una gran injusticia. Los presidiarios me veían y, como era famosa y muy atractiva, me violaban, claro, como para no hacerlo, estaba como un tren. Yo al principio me dejaba, pero luego ya me dolía y... (rompe a llorar) ¡lo pasé muy mal, fue mucho sufrimiento! Y los funcionarios de la cárcel también me ataban, y me tapaban la boca, y me obligaban a que les comiese los rabos... ¡Me vejaron, me vejaron!


Si bien es verdad que “La veneno” no está operada y aún mantiene su “Tiburón” (como a ella le gusta denominar al miembro sexual masculino), en realidad era toda una mujer: pechos operados, facciones femeninas y un cuerpo que muchas señoras nacidas como tales desearían tener. Con estos atributos, era raro que, tarde o temprano, no le llegase el amor. "Mi marido se llama William Solar. Es empresario de restaurantes. Fue verme y decirme que me quería mucho, y que me casara con él. No pude decir que no. Se parece a Richard Gere, ¿sabes?"
La Veneno está radiante y, tarde o temprano, volverá a la televisión. "He bajado treinta kilos, y me quedan quince más. Entonces, cuando me quede en 64, volveré." Me voy del hotel, la entrevista ha terminado. Nos damos dos sonoros besos de despedida. Me dice que ha sido una experiencia maravillosa y que cuándo se publica. Le digo que en cuanto los de EL PAÍS quemen todos los ejemplares de mi charla con Alejandro Sanz, de la cual me avergüenzo. "Esto es para resarcirme, Cristina."

Julio Medem
Valencia, 2006
free web stats
.