miércoles, julio 16, 2008

Hadiós


El veranito ya no es lo que era. Ésta es la entrega número cien de la Estufa, y probablemente la última. No tengo ganas de más: se me han roto los esquemas, las ilusiones y todo lo que daba sentido al mantenimiento del blog.

Perdón por ponerme idiota.

Yo llamo a las musas pero ellas no responden; se han olvidado de mí, y no es la primera vez. Uno tendría que acostumbrarse, pero no se acostumbra. Uno está cada vez más cansado del papel en blanco que le ha tocado interpretar y el desprecio de quien un día te lo dio todo y hoy no te da ni las buenas noches. Nadie puede negar que les he llevado flores a las musas, que les he cantado y escrito poemas para que ellas, con su toque, aportarán las últimas rimas a mis versos y les dieran sentido. Ahora no tienen sentido ni las rimas ni los versos. Yo fui un chulo de musas: ahora ya no soy nadie.

He contado en demasiadas ocasiones las manchas del techo sin que hubiera ninguna teleraña impertinente mirándome desde lo alto, enraizada en una esquina. Quien lo desee, podrá encontrarme en el Tupinamba bebiendo cerveza y riendo chistes sin ganas.

Gracias a todos por su atención. Les dejo con el más grande.

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