sábado, julio 22, 2006

La estufa eléctrica -el foro-


Internet... ja. Foros, porno, webs oficiales y extraoficiales, fakes, rumores, porno, bolgs, buscadores, enciclopedias virtuales, porno, chats, vídeos, clones, invasiones, porno, trolls etc. La de cosas con las que uno, siervo de la curiosidad y el morbo enfermizo, puede toparse en este mundo. Red de redes, dicen.

Siendo sinceros, a mi la mayor parte de las weblogs personales me ponen del hígado. No se lo tomen a mal, en la mayor parte de los casos no guarda mi visceral rechazo relación alguna con los contenidos o la personalidad del autor. O sí... Escritores fracasados con mucho desahogo que vomitar, escritores de éxito con mucha moral que reconstruír, aprendices de periodista con ingenuas intenciones y el horario escolar pegado al culo, aprendices de periodista con la carrera terminada y mil años de experiencia, violadores del término freak, señores y señoras con mucho mundo inteliol... Hijos de puta, sois muchos, juntos y revueltos.

Mi espíritu siempre ha pertenecido más al mundo de los foros, donde cabe quizá más innovación en la forma. Sin embargo, he de reconocer que no todos los blogs despiertan en mí malos gestos y repudio, algunos son simplemente material internáutico del montón, inofensivos y eficaces en su propósito, y otros merecen el rotundo calificativo de joyas. En verdad, he de admitir que si antes de escribir una sola línea de esta página, me encontrara con un espacio de idénticas características, me cagaría en la madre del hacedor de la web, pues seguro hubiese creído mi valioso tiempo perdido. En resumen: lo mío con los blogs, es una relación de inherente pasión-pavor; y no debería darle más vueltas al asunto. Ahora bien, cualquiera de vosotros, generosos visitantes,tenéis a mi humilde gusto las mejores páginas de internet, sin duda. Os conozca ya o no, mi amor por ustedes es eterno. Muac.

¿Dije ya lo de los foros? ¿Qué me gustan y tal?
"- Sí, sí, lo dijiste"
¡Cállese, Señor Merienda, que estoy hablando yo! Bueno, pues eso, que todo lo que 6dedosgordosdelpie no hace en su blog (que mal me suena eso) lo esparce con gusto en su otra Estufa, la original, única e inimitable. Ésta tiene forma de foro, y hoy adolece las presiones malditas del verano, estación espantadora de usuarios y actividad alguna. La estufa es un foro de mala muerte, donde se reúnen unos pocos sabuesos para pisarse los intestinos unos a otros, haciendo sangre del agua manantial y vertiendo bazofia con constante desgana.

A esto se le llama mala vida, me cago en las muelas doradas. Pásense por allí si tienen tiempo y ganas (sobre todo eso, ¡GANAS!). ¿Se dan cuenta? Esto de la red es un bucle machacón y reiterativo hasta la náusea. Y los blogs, al fin y al cabo, son solo el cénit del egocentrismo coprófago elevado a la novena potencia. El autor se quiere u odia a sí mismo como el que más, pero idéntica enfermedad padece el que lee o critica sus palabras. Todos somos putas, todos somos bloggers. ¿Quieres tú leer el míos, corasón?

miércoles, julio 19, 2006

Colinas hipermétropes



1. W.C
En 1977, Wes Craven dió forma y fondo a un slasher en principio predestinado a la olvidable vulgaridad de la copistería de industria. No hacía mucho que La matanza de Texas había inaugurado un género que más tarde traicionaría su espíritu innovador, prostituyendo su esencia, y la máquina requería más leña para seguir funcionando. Así nació Las colinas tienen ojos, obra casi amateur de un joven cineasta voraz, inteligentísimo y cachondo.

Sin embargo, Craven imprimió a su película una atmósfera distinta, colorante perfecto para envolver un mensaje de polémico contenido. No era un Spaggetti Western de horror cualquiera, no era sólo un presupuesto ridículo haciendo humor de las cenizas del susto. El padre de Freddy nos proponía una guerra de clases encarnizada, tan audaz como terrorífica, dónde los protagonistas eran tan caricaturescos como reconocibles a larga distancia.

2. Aja(x)
Esta polarización extrema de la sociedad americana se ha ganado con el paso del tiempo el título de cinta de culto, y es considerada hoy cómo un ejemplo sucio de cine de terror en estado puro. Más adelante, el encargado de tirar de la cadena, Wes Craven, reinventó el género de nuevo en dos ocasiones, siempre de la mano del humor negro. Ahora parece decidido a recuperar el alma violenta, cruel y sanguinaria de sus inicios, con el vehículo perfecto del remake inteligente. Para ello, ha relevado la tarea en un discípulo rebelde, Alexander Aja.


El francés fue el culpable de sorprender al mundo con Alta Tensión, fantastique zurdo, de tensión contínua, hábil y entusiasta. Repleta de momentos impagables (la fellatio post-morten, una masturbación anticlimática, ¡¡esa decapitación de IKEA!!), resultaba una lástima cagarla tan tremendamente, rubricando el filme con un giro final incoherente, ajado e infame.
Pero todo eso ya ha quedado atrás, lo que hoy importa son estas nuevas colinas, esta nueva masacre, este nuevo estilo. Aja sigue empeñado en dignificar la sangre, hacer de ella un producto para masas, higienizar el género a base servir en lujosa bandeja de plata vísceras de diseño. Y todo ello con impecable esgrima francesa. Con él, el Grand Gignol se customiza con espectacular maestría.



Valiéndose de su excepcional pulso, el director revisiona fielmente las bases arquitectónicas del original, aunque no se olvida de descarriliar de vez en cuando. La nueva versión contiene una mutación transgénica (et voilá!) que refresca al espectador versado en antecedentes, y enfatiza los aspectos más profundos de su predecesora. La guerra entre clases se muestra más violenta y explícita que nunca, jugando con un guión que nos abre la puertas a una sociedad en el que el compromiso político y humano no traspasa la barrera de diferenciar entre republicano y démocrata. El espíritu de supervivencia, la metamorfosis que evoluciona según disminuye la cobardía y aumenta el gallardo, aventura, tensión, dolor, crueldad...

Se ha dejado atrás el chiste verde después del crimen: esto es cine de terror crudo. Un mainstream feroz del instinto de supervivencia sobre papel, la estilística pincelada gore trazada con perverso mimo. Esta sí que no es otra estúpida película americana, no hay lugar aquí para Jennifer Love Hewit y sus erizados pezones. Estas colinas ven mucho más allá de lo establecido por la industria y sus avatare$. Que le spectacle commence!!

lunes, julio 17, 2006

Ángel y Bárbara

¿Recuerdan el juego The movies? ¿No? Pues tanto mi aburrimiento veraniego como yo, guardamos un dócil y fresco recuerdo de las andanzas del productor 6dedos por la comarca... Fue una lástima acabar en la ruina, merced a una superproucción que llevó a la quiebra económica y creativa a mi personaje. Dicho filme se titula Ángel Y Bárbara, y es una reconstrucción del tormentoso y pasinal matrimonio entre Bárbara Rey y Ángel Cristo.

Hete aquí la hedionda obra:



Lo siento mucho, pero el Opá y Hugo Gatti han hecho mella en mis reblandecidas neuronas.

jueves, julio 13, 2006

Hambre de acero

Bryan Singer es un tipo complejo, capaz de juguetear con paquetes y musculaturas de plástico a la vez que profundiza en las páginas de un cómic, como si este fuera una radiografía de la sociedad Americana. También son laudables sus labores como cínico titiritero, mimoso voyeur de lo oscuro, como bien demostró en Verano de Corrupción. Fue él quien inició el subgénero laberíntico del thriller enrevesado y demente, aquel que funciona como un rompecabezas rebelde y respondón. David Mamet dirá lo que quiera, pero Sospechosos Habituales fue la más redonda de esta serie de puzzles locuaces. Y ahora se le encomenda la tarea de revisar Superman, partiendo de la premisa de que será un taquillazo sí o sí, de que el éxito sólo será esquivo en caso de pasar de rosca la genialidad de su tétrico talento.



El nuevo hombre de acero no desfila orgulloso marcando erectos pezones, ni se pone cremitas antes de matar al malo. Tampoco es una locaza reprimida, que oculta sus desvíos maniqueos entre muecas de tipo duro. Olvídense de la patrulla X... Este Superman es un héroe tradicional, de toda la vida. Basado en un cómic clásico, Singer ha construído un filme clásico, de estereotipos clásicos e idéntico maquillaje (rudo, claro). Los títulos iniciales lo dicen todo. Para ello, el ex chico marvel ha contado con un reparto impecable, entre los que se encuentra un Kevin Spacey de Luthoriana encarnación previsible, aunque no por ello menor.



Pero lo más subrayable de esta nueva entrega es el rescate definitivo de la épica virilidad del superhéroe. Basta de asimilación de poderes (¡por fin nos libramos de ese inicio obligatorio, dogma del género!), aquí hay un macho cabrío duro como las piedras dispuesto a batirse con toda la artillería villana. Bravo, Superman se merece eso y más, aunque en su apariencia pueda aparentar una metrosexualidad de peluche. Pero no, de eso nada, Singer ha sabido resucitar al hombre, al superhombre. Sin embargo, y a pesar de estos aciertos, el resultado final palidece en aspectos de guión, arrastrando una densidad excesiva y algunos golpes de efecto que pecan de inocentones. Aún así, parece que la memoria hará justicia al filme, reconociéndole su identidad valiente, insurrecta en su tradicionalidad cabestra.

Aquí dejo algunos de los mejores momentos de la película, entre los cuales se incluye la magistral secuencia del piano, con Jason (el hijo de Lois) a las teclas. Sin duda, la demostración perfecta de la habilidad de Singer para observar perturbado la claridad, y hacerla oscura.

martes, julio 04, 2006

Bon voyage!


A todos los que no acertamos a saborear el supuesto encanto de la fiesta nacional como ufana medalla patria, se nos recomienda cambiar el punto de vista invirtiéndolo hacia la postura externa de quien no ha convivido con ella. O sea, que intentemos olvidar el cejo fruncido de aquel que ha crecido en un país de tonadilleras y maestros del toreo, para acabar mutando nuestra mirada en una benévola supervisión del turismo admirador. ¿Nunca han visto a una familia asiática asombrada ante las maravillas arquitectónicas españolas, que para nosotros son el pan de cada día? Una catedral de Santiago, de Burgos… para ellos es motivo de sonrisa perenne y excusa para sobrealimentar los álbumes de fotos familiares. El mismo escalofrío de asombro sufre el ciudadano japonés medio cuando nos ve a nosotros frente a la torre Century de Tokyo, enfundados en chanclas y camiseta del Barça haciendo el mono ante nuestra Canon. Ese, amigos, es el espíritu del turismo, de quien lo experimenta y lo padece.
Por eso mismo a un servidor le resulta tan atractivo el proyecto que Telecinco le ha reservado a Javier Sardá de cara a su venidero retorno el próximo año. Se trata de un programa que aún se encuentra en fase embrionaria, pero del que ya se conocen algunos datos, merced a la rueda de prensa que el catalán y los responsables de la cadena concedieron recientemente a los medios. Será semanal, y en él Sardá regresará de sus vacaciones tomándose a su vez otro descanso de diferente calibre: el del circo. Crónicas Marcianas fue una tour de force arrolladora, un espectáculo no apto para todos los públicos que reinventaba el formato del late night de forma única e inigualable. No cabe duda de que la televisión mundial verá nacer miles de programas tan revolucionarios y polémicos como el marciano, pero ninguno respirará su misma fragancia, tan tóxica y audaz como inteligente y provocadora. Y que quieren que les diga, ocho años dan para mucho, bueno, malo y regular; pero hay algo ineludible en su ciclo: el cansancio.
He ahí la esencia del programa de viajes en el que Javier Sardá descansará de las Nurias Bermúdez y los Cotos Matamoros. Ahora le toca ver los toros alejado del país en el que se hizo espectáculo su muerte, podrá preguntar a Uruguayos sobre "alcaldesas liposuccionadas marbellíes" e intentar comprender un país que nunca aceptó su ingenio. Ni cuando estaba en La Ventana o en Moros y Cristianos, de Sardá siempre ha renegado la crítica, por rojo o vendedor de basura. Siempre ha existido una excusa para ponerle a parir. Y cómo él no se callaba (la lectura de share que hacía todas las madrugadas al inicio de Crónicas), pues estallaba la bomba. Veremos si este ejercicio de educación a distancia sirve para reconciliar a dos polos condenados al mutuo sarcasmo del rechazo A mi siguen sin gustarme los toros, espero que a ti te vaya mejor. Suerte Xavier.
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