Hambre de acero
El nuevo hombre de acero no desfila orgulloso marcando erectos pezones, ni se pone cremitas antes de matar al malo. Tampoco es una locaza reprimida, que oculta sus desvíos maniqueos entre muecas de tipo duro. Olvídense de la patrulla X... Este Superman es un héroe tradicional, de toda la vida. Basado en un cómic clásico, Singer ha construído un filme clásico, de estereotipos clásicos e idéntico maquillaje (rudo, claro). Los títulos iniciales lo dicen todo. Para ello, el ex chico marvel ha contado con un reparto impecable, entre los que se encuentra un Kevin Spacey de Luthoriana encarnación previsible, aunque no por ello menor.
Pero lo más subrayable de esta nueva entrega es el rescate definitivo de la épica virilidad del superhéroe. Basta de asimilación de poderes (¡por fin nos libramos de ese inicio obligatorio, dogma del género!), aquí hay un macho cabrío duro como las piedras dispuesto a batirse con toda la artillería villana. Bravo, Superman se merece eso y más, aunque en su apariencia pueda aparentar una metrosexualidad de peluche. Pero no, de eso nada, Singer ha sabido resucitar al hombre, al superhombre. Sin embargo, y a pesar de estos aciertos, el resultado final palidece en aspectos de guión, arrastrando una densidad excesiva y algunos golpes de efecto que pecan de inocentones. Aún así, parece que la memoria hará justicia al filme, reconociéndole su identidad valiente, insurrecta en su tradicionalidad cabestra.
Aquí dejo algunos de los mejores momentos de la película, entre los cuales se incluye la magistral secuencia del piano, con Jason (el hijo de Lois) a las teclas. Sin duda, la demostración perfecta de la habilidad de Singer para observar perturbado la claridad, y hacerla oscura.
Superman es casi tan mala como la nueva (ya vieja de batman)
a mi la que mas me gusto fue la de tim burton, y de superman la de christoper reve.
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
Por una vez que no estoy completamente en desacuerdo con usted... y me encuentro con una bronca virtual.
Hagan las paces, joder. Una pelea virtual resulta más patética que uno de esos combates de minirobots que salen en los zappings.
Si viene y me insulta, me defiendo. Así de simple. Y lo hago con la razón en mi poder, pues es un imprudente con todas las letras. Pero se acabó, yo ya le he advertido con argumentos de sobra, si me quiere hacer casso, bien, y si no, pues que le cunda a su familia. No quiero disputas, sólo abrirle los ojos a ese inconsciente.