Bon voyage!
A todos los que no acertamos a saborear el supuesto encanto de la fiesta nacional como ufana medalla patria, se nos recomienda cambiar el punto de vista invirtiéndolo hacia la postura externa de quien no ha convivido con ella. O sea, que intentemos olvidar el cejo fruncido de aquel que ha crecido en un país de tonadilleras y maestros del toreo, para acabar mutando nuestra mirada en una benévola supervisión del turismo admirador. ¿Nunca han visto a una familia asiática asombrada ante las maravillas arquitectónicas españolas, que para nosotros son el pan de cada día? Una catedral de Santiago, de Burgos… para ellos es motivo de sonrisa perenne y excusa para sobrealimentar los álbumes de fotos familiares. El mismo escalofrío de asombro sufre el ciudadano japonés medio cuando nos ve a nosotros frente a la torre Century de Tokyo, enfundados en chanclas y camiseta del Barça haciendo el mono ante nuestra Canon. Ese, amigos, es el espíritu del turismo, de quien lo experimenta y lo padece.
Por eso mismo a un servidor le resulta tan atractivo el proyecto que Telecinco le ha reservado a Javier Sardá de cara a su venidero retorno el próximo año. Se trata de un programa que aún se encuentra en fase embrionaria, pero del que ya se conocen algunos datos, merced a la rueda de prensa que el catalán y los responsables de la cadena concedieron recientemente a los medios. Será semanal, y en él Sardá regresará de sus vacaciones tomándose a su vez otro descanso de diferente calibre: el del circo. Crónicas Marcianas fue una tour de force arrolladora, un espectáculo no apto para todos los públicos que reinventaba el formato del late night de forma única e inigualable. No cabe duda de que la televisión mundial verá nacer miles de programas tan revolucionarios y polémicos como el marciano, pero ninguno respirará su misma fragancia, tan tóxica y audaz como inteligente y provocadora. Y que quieren que les diga, ocho años dan para mucho, bueno, malo y regular; pero hay algo ineludible en su ciclo: el cansancio.
He ahí la esencia del programa de viajes en el que Javier Sardá descansará de las Nurias Bermúdez y los Cotos Matamoros. Ahora le toca ver los toros alejado del país en el que se hizo espectáculo su muerte, podrá preguntar a Uruguayos sobre "alcaldesas liposuccionadas marbellíes" e intentar comprender un país que nunca aceptó su ingenio. Ni cuando estaba en La Ventana o en Moros y Cristianos, de Sardá siempre ha renegado la crítica, por rojo o vendedor de basura. Siempre ha existido una excusa para ponerle a parir. Y cómo él no se callaba (la lectura de share que hacía todas las madrugadas al inicio de Crónicas), pues estallaba la bomba. Veremos si este ejercicio de educación a distancia sirve para reconciliar a dos polos condenados al mutuo sarcasmo del rechazo A mi siguen sin gustarme los toros, espero que a ti te vaya mejor. Suerte Xavier.
Odio a los egocéntricos y este tipo podría ser el emperador de un hipotético país habitado sólo por ellos.
Dudo muy mucho que la genialidad de Sardá se extienda más allá de su propio ego. Vi "Crónicas Marcianas" durante un tiempo, volví ocasonalmente a ellas más adelante, y siempre me pareció la misma porquería con el mismo hedor.
Me trae sin cuidado la ideología de nadie, pero el hacer alarde de ella me crispa. Ejercer de sociata es tan inaceptable como hacerlo de pepero, pero parece que en determinados círculos lo primero luce más, o al menos sirve para follar más... y al fin y al cabo todo esto se reduce a eso (y esto último no lo digo yo, lo dijo un escritor valenciano).
Sinceramente, no sería más feliz si este tipo se largarse a las Fidji forever and ever... Por mí puede quedarse por aquí haciendo que otros hichen su ego vía rectal (en otras palabras, lamiéndole el culo), pues tengo un antídoto infalible contra sus aborregadores programas... se llama mando a distancia.