La criminalización del idiota
Hay ineptos a los que les gusta hacer suyo un concepto sin serlo éste, pero dicha actitud es impensable hoy en día, merced a la tiranía de los anteriormente enumerados síntomas de intoxicación popular. Y es que no hay nada mejor que embutirse en los ahogados – y concurridísimos- márgenes del liderazgo de opinión como antibiótico idealizador, tinta para la pancarta y punto en boca del activista político. Decimos, pensamos y votamos (y vemos, compramos y escuchamos) lo que Iñaki, Fede o el bloguero del año predican; pero esto no es nada nuevo: no descubro pólvora o mineral alguno al anunciar tales hechos. Al menos a estas alturas. Sin embargo les pido que me dejen, a pesar de los pesares, regodearme en una de esas trampas viciosas y viciadas. Esta misma constituye, probablemente, la mayor patraña que en los últimos años se ha gestado en las entrañas de los medios, internet, el boca a boca y, en definitiva, la estupidez humana. Es aquella que dice, errada, que Geroge W. Bush es un tirano sin alma ni corazón.
Bush, ese bobo
Que la gran potencia mundial luce barras y estrellas es un hecho que desde hace décadas todos comprenden y asimilan. Que ésta tenga en su presidente la luz y cabeza visible de toda acción y efecto por su gobierno ejecutado, es también un hecho. Lo que no acabamos de aceptar es la profundidad real de ese espíritu mesiánico. No pretendo eximir de responsabilidad a todos aquellos presidentes norteamericanos que han apoyado guerras infames, actos de vileza inmunda como la aprobación de leyes fascistas camufladas mediante pactos silentes entre congresistas furibundos (¡ese Nixon!) y sentencias de muerte firmadas con solemne pulso cristiano. No, no, y mil veces no. Pero de ahí al sometimiento a un escarnio gratuito a la figura mediática de un tipo tan afable, dicharachero y simpático como George W. Bush, hay un mundo. Y por ahí, amigos, no paso.
El hijo listo de los Bush es tonto, pero mucho. Así de simple. O así de complejo. Pasó por las mejores aulas para perderse en los peores guateques, ascendió a las más altas esferas de la sociedad tejana para tropezarse con los peores amigos, y se bañó en los más jugosos barriles de petróleo para ahogarse en el más triste vacío de una botella de Jack Daniells. Todo eso y más prueba que, en principio, Bush (o Bushito) es un cachondo. La etimología canónica del perdedor como esencia, life style o moda, nos arrastra siempre al peor de los relatos. Y este tipo, con aparente sencillez, ha roto todos los moldes que anteriormente había deformado con sus coqueteos con el frenetismo jovial de universidad y el alcoholismo, erigiéndose como un gigante político catalizador de pavores, malabarista de la manipulación descarada y ruin. El ave fénix resurgió de sus cenizas, el truhán se hizo docto en formas y fondo. George se alzó con la victoria en la carrera que jamás hubiese imaginado ganar, al menos cuando contaba palotes en la high school para restar días hasta la siguiente juerga.
Dicen que es un facha, un malvado y sibilino roedor de la moral. Muchos le reprochan su afán por freír criminales en la silla, el sumergimiento paulatino de las finanzas en Wall Street, su deficiente gestión de la catástrofe del Katrina… Y aquí es donde surgen las bocas mediocres que enaltecen su ego (el contertulio de pro lo suele tener enorme) para eructar obviedades a costa del presidente de EEUU. Bastardos. ¿No se dan cuenta de que es incompatible ser imbécil con ser gestor (total y absoluto) del país entre países, Potencia con mayúsculas? Hay que tenerlos cuadrados para vender esa imagen fatalista del presi. O eso, o simplemente ser un iletrado sumo en lo que a la democracia entre cadenas en la que flota la sociedad americana respecta. ¿Saben de verdad lo que se cuece en la casa blanca? ¿Entienden que Bush no es más que un monigote mediático y eficaz para la causa? ¿No se percatan de que la guerra no puede librarse recurriendo a la difamación barata del presidente, y sí atacando un sistema atado de pies y manos para la tan aclamada libertad? Me dirijo a aquellos que se consideran de verdad de izquierdas, sector desnortado y confuso en el que evito incluir mi nombre por pura dignidad. El esquinazo que le doy abiertamente a la sectaria clasificación de identidades políticas, no evita que entienda (con distancias, en el sentido funcional de la palabra) aquello por lo que con tanto ímpetu transgresor preconizan. Pero es que en realidad a nadie le interesa cuestionar el mercadeo de intereses fácticos entre colegas con chaqué; es mucho más fácil decir que Clinton fue un presidente ejemplar y que Bush es el diablo, bla, bla. Que les jodan. No hay valores ni para ejercer de tonto con suerte.
Por si faltaban atrocidades que decir, sale a la pequeña pantalla una serie en la que Martin Sheen encarna a un demócrata convencido que ejerce con excepcional pulso sus labores presidenciales. Entre las críticas que colmaban los periódicos cuando lo más in entre lo out era ensalzar los valores de dicha serie, se encontraban perlas como: “Quien le diera a Bush”, o “(…) envidia sana: queremos a Martin Sheen; abajo la tiranía de Bush, el terrorista de la casa blanca.” De todas formas, no sé si es justo destacar esas burdas trivialidades por encima de la magna operación pro Kerry que en las últimas elecciones se urdió desde el sector comprometido de la alfombra (gris) hollywodiense. Quedaron en evidencia los ilustrados que auguraban una derrota republicana humillante en los comicios, pero eso no los frenó a la hora de seguir dando el coñazo con su aburridísima propaganda para masas despistadas. Hablo, claro, de imanes del voto progre como Tim Robbins y señora, Warren Beatty, o Sean Penn (¡ese deleznable espectáculo que dio intentando salvar negritos en el Mississippi, a bordo de una cochambrosa lancha que acabó cediendo, rompiéndose y dejando en evidencia al actor!).
Para todos los estómagos agradecidos que vitorean entusiastas los dardos contra Bush Jr. (que no contra su administración, ojo), lanzo una pregunta al aire. ¿Creen de verdad que Hilary Clinton sería una política más íntegra, con mayor sentido de la ética y la administración presidencial? ¿Es ella, en definitiva, mejor persona?
Jo, jo, jo. Aviesa mujer es vuestra candidata, izquierdosos incautos, la conciencia caerá marchita sobre vuestras mercedes. Jo, jo, jo. ¿Y qué me dicen de otros jefes de estado de la calaña de Felipe González Márquez? ¿Son acaso más de izquierdas? Eso parece, si nos dejamos guiar por la complicidad eterna que los medios afines (PRISA aparte, claro está, eso ya es una cloaca) mantienen con el ex presidente socialista. No hay más que recordar como fue entrevistado entre felicitaciones y golpecitos en la espalda por el inaguantable Manel Fuentes en su extinto programa nocturno en Telecinco. Nadie se escandaliza si un reputado periodista alega que este individuo fue el mejor presidente de nuestra democracia; pero líbrele dios de afirmar que Bush, en el fondo, no es tan canino. ¿Bush? ¿Maligno? ¿Y qué me dicen del cultivador de bonsáis (sí, aún sigo con eso), que reía cínico mientras su compadre Gabilondo le preguntaba si era o no el señor X? Y como éste otros tantos, sí, de esos a los que nadie hace ascos una vez han fertilizado sus fechorías de despacho. Para mear y no echar gota.
Dadle una oportunidad
“Pero no basta con ser buena persona para ser buen político.” Venga, sean originales y díganmelo a la cara. Así, con la boca abierta… Pues bien, claro que no. Pero yo, amigos lectores, no defiendo lo contrario. Ni siquiera creo injustas todas las críticas personales vertidas sobre G.B; solamente defiendo su valor humano, que seguro es infinitamente mayor al de otros canallas a los que hoy besamos los pies. Porque no me negarán que Bush es gracioso, joder, dentro de su estatus bizarro como pelele de gabinete de gobierno. Es más, seguro que si un día me atropella después de una buena jornada de caza, me socorre angustiado con eficacia. De momento, ya es más de lo hecho por Farruquito, al que nadie niega su valor como artista, cosa que sí hacen con Bush en lo que a su inmensa ternura refiere. Aunque eso sí, nunca llegará al nivel cómico de otro grande de los ruedos, Jimmy Carter. Eso, queridos, eran palabras mayores.
aZzzzzzzzz....
lector, macho te doy la razón, menudo tipo más soporífero.
Carter era el de los cacahuetes, ¿no?
¿Es protocolariamente correcto
decirle a Bush "Bésame, tonto"?
Amar a Bush es un secreto inconfesable. No lo confiese usted, hombre.
¿Es protocolariamente correcto
decirle a Bush "Bésame, tonto"?
Amar a Bush es un secreto inconfesable. No lo confiese usted, hombre.
Maldito botón.
Yo no sé quien es ese tal Bush. Está claro que en este blog solo se hablan de cosas bizarras y guays, y a mi lo bizarrín guay no me gusta. Yo admiro los textos breves, sencillos y concisos; el resto es mierda. Y este tío, además de escribir mierda, me parece bastante mierda en sí, él, como persona, vamos. Seguro que le pega a su mujer. Y a su hijo.
Y Camilo de Ory es un engañador, que no os time ni os camele.
Jorgito Foreman no sé quien es debe pertenecer al mismo universo de bizarrines guays del que se sacan de la manga a excrementos humanos que nadie conoce como Andrés Pajares o ese tan Bush W. o W. Bush.
P.D ¿Guay es con igriega? ¿E igriega? ¿Cómo se escribe? ¿Con i latina? ¿Eh? ¡¿Eh?!
Cuando algo es evidente sobran comentarios, Sr. Seisdedos.
Bush Jr. es un cretino. Lo ha demostrado por obra y gracia. Y si cree que las docenas de asesores que le rodean día y noche no toman decisiones con y (sobre todo) por él, es que su candidez es crónica.
Por supuesto yo no sé que se teje dentro de la Casa Blanca. No creo que sea necesario hacerlo para afirmar que este pelele al que algunos llaman presidente, no es más que un juguete en manos de lobbies y políticos sin escrupulos que mantienen una visión de la política internacional cercana a la doctrina Monroe. Sólo que para ellos "América" es el mundo, lugar del que al parecer, son amos y señores. Lugar en el que pueden hacer y deshacer a su antojo. Desde invadir países hasta secuestrar supuestos terroristas sin permiso de los gobiernos locales.
Para dirigir un país no se necesita la inteligencia mínima. Ejemplos los hay a docenas (eche mano de dictadores de ayer y hoy). Recuerde, per example, a Woodrow Wilson y dígame quién dirigió el país en los últimos años de su mandato, cuando apenas podía moverse de la cama y era su esposa quién tomaba decisiones trascendentales "a la hora del té", junto a grupos de asesores presidenciales.
Bush es un cretino. Un yonki al que el fundamentalismo cristiano separó de la mala senda para sumergirle en otra peor. De haber seguido chutándose, cuanta gente habría salvado la vida.
La cuestión no es evaluar lo evidente. Sino averiguar si el paleto medio americano es tan estúpido como el tipo al que votan. Cierto que la cultura del miedo les corroe, lo que no es excusa.
Para ilustrar la cortedad de miras de la sociedad yankee, baste con esto que le cuento...
No sé si conoce aquella anécdota contada por John Kenneth Galbraith, en la que contó cómo supo que Busch padre ganaría las elecciones que le enfrentaron a Michael Dukakis... Contó que el gobernador de Massachusets ganó el debate con cierta solvencia, exhibiendo una cercanía de la que carecía el ex-jefe de la CIA. Todo apuntaba bien para él hasta que finalizó el debate y los candidatos se estrecharon las manos. La imagen que percibió el pueblo americano fue la de un gigante con aspecto saludable cruzando saludos con un enano con pinta enfermiza y cejas hipertrofiadas. Un griego que gobernaba un estado de hippies e invertidos no podía ser bueno para dirigir el país, menos aún con semejante facha.
Joder que cantidad de ineptos cerebrales circulan por aqui.
Estoy de acuerdo con el señor seis dedos;
Bush es un retrasado que reciclado,que por casualidades de la vida resulta que trabaja en un puesto muy polemico.
Pero el mismo trabajo que hace el(con menos gracia por infeliz),lo podria hacer un muñeco de playmobil.Figurar.
"un retrasado,reciclado".Quise decir.