Publicaba ayer La Vanguardia que los duques de Lugo se han separado, y siendo como es éste un periódico tan serio, tan catalán y tan CiU, collóns, habrá que creérselo, digo yo, aunque personalmente no daré la noticia por totalmente verificada hasta que en la tele no le hayan dedicado unos tres Dolce Vitas o cuatro, y eso que ya no existe Dolce Vita, pero en fin, que nos entendemos.
A mí esta exclusiva me ha sentado como un rodillazo de republicanismo en lo más bajo de mi patria chica, que debe ser la España de los españoles. Justo cuando don Juan Carlos me había devuelto la ilusión de creer que los reyes eran magos gracias al tan sonado exabrupto que en el transcurso de la Cumbre Iberoamericana —suponemos que entre siesta y siesta— espetó al gorila ese de los petrodólares que no se sabe si es golpista, presidente democrático o payaso de circo (puede que las tres cosas a la vez), va su hija la mayor y nos da este disgusto, esta bofetada de realidad y de aristocracia en toda la cara y todo el plebeyismo. Algunos llegamos a creer que don Jaime de Marichalar era, dentro de la Zarzuela, el representante, sino del vulgo —al fin y al cabo no deja de ser un niño bien que no ha dado un palo al agua en su vida—, sí de la calle, acogiendo el término en su globalidad. Jaime, Jaimito, don Jaime, era el dandy que le faltaba a esta monarquía tan cutre que padecemos desde hace treinta años para que aquellos reticentes finalmente aceptáramos el consenso constitucional con un “bueno vale”. No podíamos dejar de identificarnos con un tío que iba por ahí caminando con relojes de cadena colgados de los bolsillos, la espalda torcida y los brazos cruzados como Napoleón. Era rico, sí, y un vividor, pero de esos que sujetan martinis y caen bien al personal, alguien parecido a un Jamen Bond de facultad de económicas al que nunca vieron el pelo —relamido, eterno, brillante— por la facultad de económicas. Convertido en todo un personaje (por chulo, por alto, por macho, por maricón y por rosa fucsia), Marichalar ponía la nota discordante, desafinada, en aquellas vomitivas portadas del Hola! en las que con tanta impudicia la familia real se refocilaba en su fortuna, yate incluido. Por ello merecía nuestra simpatía. Joder —pensábamos—, por fin un miembro de la realeza que se toma a cachondeo la gilipollez que infecta desde los cortesanos que le quitan barro de las botas hasta a los magnates de la prensa de lo superficial que pagan por enterrar fotografías suyas en lugar de por publicarlas. Luego él se puso enfermo, le vino un ictus, ay, un ictus decíamos todos, una isquemia cerebal, pobrecito Jaime. En mayor o menor medida la gente se preguntaba sobre las sospechosas causas que llevaron al Duque a debatirse entre la vida y la muerte (no ayudó mucho, todo hay que decirlo, que por entonces Joaquín Sabina se viera afectado de idénticos problemas de salud, ni que el propio Sabina reconociera que éstos venían motivados por la vida alegre y nocturna de su Madrid querido); sin embargo, la prensa acabó haciendo mutis por foro, repitiendo hasta la saciedad lo del ictus, el ictus cerebral, pobrecito Jaime, pobrecito ictus, evitando ahondar en los motivos que le llevaron a semejante tesitura hospitalaria. (Aprovecho esta plataforma para llamar al pueblo a un linchamiento masivo contra el díler que le tomó el pelo a nuestro ya ex consorte con la venta de esa droga podrida que acabó por infartarle el cerebro y, a la larga, destrozar su matrimonio.)
Muchos medios señalan hoy la enfermedad de Marichalar como clave para entender su separación de la infanta Elena. Al lector le sonará hasta lógico, y es normal, porque de esta monarquía rancia y obsoleta, donde por tener tenemos —no te lo pierdas— una reina griega y un consorte vasco que además fue jugador de un equipo de balonmano catalán, uno ya se espera cualquier cosa, incluso que se margine a un hombre de indudable nobleza y clase como Jaime, Jaimito, Jaime, poniendo como excusa alguna dependencia que otra (¡qué ruines y qué hipócritas podemos llegar a ser los españoles!). También hay quien tira con bala e indica que los problemas son otros, más bien vinculados a asuntos de alcoba, o sea al chaperío y a la indecencia, cualidades estas impropias de un miembro de la realeza que se vista por los pies, al parecer (insisto en lo de la ruindad y la hipocresía). Desde La Estufa queremos romper una lanza por este Marichalar hipotético del alterne y el amor de hombre: qué más que un reconocimiento no oficial por parte de toda la sociedad española como agradecimiento por haber desempeñado durante trece años el sacrificado papel de hombro en el que llorar a servicio siempre de una infanta que, aún encima, lucía fea y desagradable.
Don Jaime de Marichalar es un héroe nacional y apuesto y multimillonario que va a trabajar vestido con cuatro bufandas de distintos colores al volante de un patinete eléctrico; éste debería ser motivo de sobra para que, independientemente de lo que haya podido entrar o salir por sus orificios corporales —ya sean de índole nasal o rectal—, aprovecháramos la oportunidad que la triste actualidad nos brinda reivindicando su figura como mito indeleble en la historia, casi siempre amarga, de nuestra realeza. Y si no, bien podríamos darnos por satisfechos con la otra cara de la moneda, que es tricolor y viene a anunciarnos el declive final de la institución más valorada por los españoles, porque perdemos un consorte, sí, pero ganamos un gran hombre, Marichalar, con o sin patinete, con o sin duquesado, con o sin riego sanguíneo, Jaime, Jaimito, Jaime, bigger than life y la madre que lo parió.
Éramos colegas, él y yo.
Colegas.
Ceno en casa de los Duques de Lugo. Los Mingote, los Oriol, Fierro, los Tamames, los Ussía, Giuliana Calvo-Sotelo, etc. Jaime Marichalar ha trabajado todo el día. La Infanta Elena me dice que mañana tiene que montar. Hace caballo casi todos los días. Jaime está más profundizado, desde que yo no le veía, más interiorizado, menos mondain. Se lo digo a la Infanta:
El Duque ha madurado en unas semanas, es como si hubiera pegado el estirón, aunque él ya nació con el estirón puesto.
Ella me dice que Jaime siempre le habla mucho de mí. Después de la cena pido manzanilla y al primer sorbo advierto que me la traen con miel. Debí haberlo supuesto. En casas como ésta siempre le ponen miel a la manzanilla y naranja al chocolate.Incluso diría uno que éste es el distintivo de las monarquías ilustradas y de las aristocracias no despóticas. Ese cerco de miel o de oro que le añaden a la fragancia silvana de la manzanilla, a la prosa de los grandes documentos y al marco de la Constitución.Es como ese bisel dorado que traen a veces las cartas oficiales.De ahí deben aprender la democracia y el socialismo a suprimir fragosidad de su dialéctica, a producirse como caballeros antes que como diputados, porque al caballero le hacen los siglos y al diputado le hacen cuatro vecinos.
En una buena dialéctica interior entre monarquía y democracia, la democracia debe aprender de la monarquía a no dar las bofetadas sino con guante blanco y a no soltar los mítines sino con buena retórica. Y la monarquía debe aprender de la democracia a mezclar en una cena periodistas con banqueros, humoristas con mujeres bellas y constructores con intelectuales.
Con ocasión del fallecimiento de la Reina Madre de Inglaterra los ingleses han vuelto a preguntarse por la función de la monarquía en una democracia laborista. Y he aquí que esta joven Infanta, estos jóvenes duques, tienen el secreto y la respuesta: andar entre la gente, vivir con la gente, ponerle a la manzanilla silvestre de los campos un ensalmo de miel que a lo mejor es de La Alcarria y supone una aristocracia, pero una aristocracia agreste, en el corazón de España. El día de los atentados en Madrid el príncipe Felipe apareció inesperado en el palco del Bernabéu para compartir el peligro. Era el que trajo la miel urgente para sedar las arboledas del gentío, entre las masas. Por su parte, Jaime Marichalar acudía a otro menester pasando muy cerca de ese campo de minas antipersonas que fuera el otro día Madrid.
En los grandes discursos se fijan las altas y berroqueñas funciones de la Corona, como las almenas de una monarquía feudal. Pero uno, más curioso del pie de página que de la gran retórica, auspicia la función monárquica y dinástica en los pequeños matices, en los detalles minutísimos, que eran los que fascinaban a Marcel Proust, siendo republicano. La miel en la manzanilla, en fin.Mientras los políticos de izquierda y derecha te echan veneno en los discursos, la Infanta Elena te pone miel en la manzanilla.No es más que un detalle, pero podría servir como definición de una manera de gobernar útil para Zapatero y para Aznar. Aparte de que la manzanilla estaba muy buena.
A ver 6dedos, a ver, que yo leo esto y qué quieres que diga, eh, que quieres que diga. ¿Crees,por ejemplo, que puede calificarse este artículo como inteligente? ¿Como ingenioso acaso? Vaaaamos.
Si no está mal escrito, si incluso tiene algo de gracia eso del ictus. Bien. Vale. Pero joder, 6dedos. Joder. Que mira que te repites. Y escribes por escribir. Y escucharte -o leerte- a ti mismo. Hombre. Hombre.
Ya te vale.
QUIERES POESÍA CERDO QUIERES POESÍA PUES ESTO ES POESÍA MIRA:
Si no tengo un duro, yo soy un pelao
Las paso canutas desde el día tres
Si no sé informática ni sprange deutsch,
Ni tengo el diploma de la facultad
Te quiero
Es todo lo que tengo
Un tonto sentimiento
Y ganas de besarte la nuca
Si no tengo coche ni tengo chalet
Ni tengo tarjeta en el Corte Inglés.
Si no soy amigo del portero de la bruja,
Ni tengo el muñeco gurú de las agujas
Te quiero
Es todo lo que tengo
Un tonto sentimiento
Y ganas de besarte la nuca
Si soy más pobre que el mono de Marco
Y no soy tan guapo como el niño del barco.
Si no tengo más que esta camisa
Y muchas ganas de darte una paliza.
SOPLARRABOS
Uhaaaggghhhh
CLOC!
[sonido de la banqueta cayendo contra el suelo]
Que te calles Patuchas.
Y coincido al ciento por ciento con Barrigas (mucho mejor decir ciento que cien para porcentajes, aprende y espabila imbécil, aprende y espabila y a ver si tienes un poquito más de clase), sobre todo en lo de que este artículo no es inteligente.
Vamos, que te prefería cuando te dedicabas a plagiar a Yolanda Castaño. Qué gran mujer. Qué culo, qué labios. Mola.
Qué culo redios.
EUUUEEEEHHHA UUAHA HGGGGSUUAAASS AAAAAAHAHHHHH!!!! (todo esto mientras agita los brazs, babea y se desnuda de cintura para abajo) AGHJHJJJAA UIIKLÑÑKDE IOPJSAAAAA AAAHHHHHH!!!!
¿Sabes lo que opino de tus fetuchini? ¡QUE SON PEORES QUE UN TRACTO INTESTINAL!
UHUHU HUMÓ INTELIGENTE TÚ UHAUHUAHUA HUMÓ INTELIGENTE QUIEREH HUMÓ INTELIGENTE TOMA HUMÓ INTELIGENTE HUAHUAHUA
¿Tienes algo en contra de las reinas griegas? ¿Tienes algo en contra de Grecia? Bastardo!
Sabes cuál es el problema, 6dedos, que una monarquía no puede tener dos infantas. Por eso se han separao.
Palabra de Jimmy Giménez Arnau.
A mí Jaime me gushta porque she droga ssshhhhSSssssss y esho es trash yo hago cosas con droga hacemásm también, me drogo y lo filmo y esho es trashhhhh
SSshhhhsssSSSshhhh
esh como trishte no? como trishte
Ten cuidad con las semillas del maltrato, 6dedos. Cuidaaado.
¿TUERTI?
¿Qué eres, maricón?
¿Y tú qué eres? ¿NEGRO?
Basta por favor. Éste antes era un blog de humor inteligente.
PORQUE SI ERES NEGRO TE PARTO LA CARA, ¿ME OYES NEGRO?
RIDÍCULOOOO
beuuajjaa
Esto es indignante, una ofensa para la comunidad j***a, para todos los j****s, sí, y para sus p***s, y para sus p*******s, ah, eh, bueeeeh...
Indignante.