Umbral: de la provincia al tópico
Umbral se ha muerto, como era de prever, de madrugada, y lo ha hecho viejo, encamado y no sé si entubado, pero dice Esperanza Aguirre que dictando una última columna que finalmente no ha podido dictar (por eso de morirse, se supone), fantasía bastante graciosa si se tiene en cuenta que los últimos artículos del escritor estaban como ennegrados, sin que esto suponga nada reprensible para Umbral, ojo, cuyo estilo único, mimético y adictivo, es muy dado al oficio, lúdico si se quiere, y no tendría por qué mermar en absoluto su fama de escritor compulsivo de olivetti y cadencia enviciada, que lo era y a mucha honra. (La anécdota de Aguirre se parece curiosamente a aquella falacia, también muy graciosa, de que Cela había muerto al grito de «Te quiero, Marina… ¡viva Iria Flavia!», que tanto repitieron las señoritas de los informativos de entonces.)
Hablaba de conciencia porque sería muy irresponsable por mi parte obviar la noticia habiendo leído, amado y plagiado tantas veces al muerto, que además se muere en comunión con una actriz de teatro de cara de abuela (Emma Penella) y un futbolista andaluz (Antonio Puerta), quedando su muerte amargamente relegada a un tercer plano. Y es que en estos casos los presentadores tienen que decidir con qué muerto abren el programa de hoy, y el Tomate, de momento, se queda con el futbolista, menoscabando a Umbral al reseñar únicamente su colegueo con don Jaime de Marichalar, con lo que su muerte se desmarca como una muerte injusta, muerte de escritor, apremiando aún más la necesidad —responsable— de un homenaje, por fútil o vulgar o rebañesco (o prescindible) que pueda parecer.
Los periódicos manejarán en estas fechas todos los tópicos Umbralescos: «mejor prosista en castellano del siglo XX», «poeta en prosa»; que si «hizo de la columna un género literario», que si fue «polémico y controvertido», que si la bufanda, que si la voz ronca. Comprende uno lo que ya sabía: que en este país te colocan tres adjetivos y dos frases y ya nadie varía eso en cincuenta o cien años de vida literaria. Los adjetivos o las frases pueden estar equivocados, puede haberlos lanzado el propio interesado, o un editor torpe, pueden estar equivocados. Es igual. Nadie los moverá ya nunca. Luchar por el nombre, en España, es luchar por el tópico. Nunca se llega a la gloria, ni a la fama ni a nada. A lo más se llega al tópico.
—Caramba, usted ya se ha hecho un nombre, una fama.
—Perdón, yo me he hecho un tópico.
Si uno tiene aplicación y constancia, y no es absolutamente tonto, al final de la vida lleva su tópico como Sísifo su piedra. Eso es todo. Nadie ha estudiado en serio a nadie, y si alguien lo hace, como no se lee, lo que siguen funcionando son los tópicos de periódico. Que si las gafas de pasta, que si «yo he venido aquí a hablar de mi libro».
Ahora sale don Paco de cadáver exquisito, reposando su muerte en la clínica Montepríncipe, disfrutando, etéreo, de conexiones en directo para las teles, halagos de enemigos oportunistas y elegías de rigor, como las folclóricas. La muerte, vaya, sigue siendo un sarao. Él tenía mucho de folclore y lo sabía, por eso se preocupaba, ya de chico de provincias recién llegado a la capital, en oler bien, en llevar el estilo más allá del libro, en vivir como escritor. Yo creo que lo consiguió, desencantado, creo que era el Escritor con mayúsculas, entretejido a la sociedad, a la vida y al mal como todos los hombres, creo habría sonreído al ver el Madrid que hoy le entierra hosco, frío, hueco, con un absurdo y momentáneo revuelo de plumeros, coches, músicas, marichalares y presidentas de la comunidad, por y a pesar del tópico.
Berto Zárate
Yo sí soy un renovador del lenguaje.
lol
k pasa, garci!
"—Caramba, usted ya se ha hecho un nombre, una fama.
—Perdón, yo me he hecho un tópico."
Pues talmente, fino acierto el suyo sobre Umbral, proselístico y prosaico hasta el cajón, aún lo recuerdo por su columna en el mundo la cual, ávidamente, gustaba de devorar un compañero de piso (tiempo ha). Tras la desaparición de Umbral y la aparición de legiones de Lectores, Fans y Admiradores (todos mayúsculos, por supuesto) me aparece una duda, alentada por un buen amigo con el que suelo compartir estas entelequias:
¿Por que dirigirse al finado como "un autor polémico y controvertido" cuando se quiere dar a entender (cosas del metalenguaje) que fué "un hijoputa integral y un putero de cuidado"?
Por cierto, ¿Berto Zárate es el pollo que rubrica?
Berto Zárate es un hijo de puta que me manda anónimos a casa con letras recortadas del fotogramas.
Pone:
"dEJa dE cOmER, goRdO"
"FoCA SiN eStiLO, IJo de PUtA, DeJA de coMeR, SoGORDo HOMoSexuAl"
Bero Zárate es un misterio sin resolver.
¡Llamaré a los detectives, Zárate!