Generación Kebab
Un plato (o galleta, trozo de patata frita, qué más da...) puede significar te quiero, perdóname o dime de una vez que no me quieres y dame vía libre para el divorcio. De ahí, queridos niños, que la fragancia embriagadora que puede desprender una salsa de arándanos (condimento de carácter casi ceremonial), no signifique lo mismo que una enchilada salvaje y sexual. Esto, claro, si hablamos de cenitas en pareja, arte o defecto para el que no todo hijo de vecino está (o quiere estar, válgame dios...) preparado. Si ampliamos miras, podemos encontrarnos con culinarios efectos paliativos de los estragos del paso del tiempo (cenas de cumpleaños y fin de año), y un largo etcétera repleto de suculentos manjares típicos.
Hoy, que supuestamente estamos en la recta final de la era del placer y la convivencia de los vicios y las virtudes (sic), merecemos darle un homenaje a nuestro paladar. Lo políticamente correcto empieza a disolverse en nuestra sociedad, lo cual exprime con celeridad las posibilidades del mestizaje cultural. Y lo que hoy está de moda, señores, es la comida turca. El año pasado, en mi ciudad había dos establecimientos en los que se servían estos alimentos. Con una cutre y desagradable estética evocadora del aroma a retrete de gasolinera, embutidos en unos escasísimos cincuenta metros cuadrados, y regentados íntegramente por señores turcos (al menos en apariencia, digamos que simplemente eran morenotes y tenían bigotito gris), la pandemia empezó a expandirse con locura. Un par de meses más tarde, la cifra ascendió a seis malditos Döner Kebab en la ciudad. Esto no dura, pensé. Y un huevo. Todos, desde el primero hasta el sexto, atestados de personal hasta los riñones. Casi como preámbulo al botellón o solución in extremis para el sábado noche, se convirtió enseguida en una pieza fundamental de nuestra cultura gastronómica. Y es que ir a un turco en España es un auténtico ritual. Llegas indeciso, sin saber muy bien como funciona el asunto de los pedidos. ¿Se piden en la barra y luego esperas a que te los lleven a la mesa? ¿Te sientas y esperas a que te tomen nota? Y lo más importante... ¡¿alguien puede explicarme qué cojones es eso del pan de Pita?! Menos mal que la visita al Kebab (el hot dog turco,digamos, nombre por el cual se ha pasado a denominar el establecimiento en el que se prepara) es siempre en sociedad, por lo que solemos encontrar algún salvavidas entre tanta incertidumbre. Al final pides un kebab, claro, ¿cómo no?; aunque no todos son iguales: los hay de carne de cordero, de ternera, con lechuga, tomate, cebolla, pepinillo, salsa de yogur... Creo recordar haberme desvirgado con un número 4, el cual venía sazonado con esa retahíla de ingredientes que acabo de enumerar, vaya. Después está la cuestión del pan, ya saben, pita o taco. Pues bien, el primero es así, mientras que el segundo (mi preferido) viene dispuesto de esta otra forma.
Cuando asesté mi primer bocado a un kebab, pude notar como la salsa de yogur chorreaba del frágil compactado. Rectifiqué mi posición y destensé los pulgares, sujetando con menor ahínco el alimento. Al fin y al cabo tenía que durarme lo suficiente como para disfrutarla en condiciones, había que tratarla bien, con suavidad. El segundo mordisco ya fue más esclarecedor. Pequeños trozos de verdura intimidaban mi relativa (y por tanto caprichosa) alergia a todo aquello que no es carne, siseando con el sabor lúbrico de la salsa de yogur. Pronto encontré la ternera bajo el yugo de mis incisivos, relajando entonces mis encías y aceptando al fin el pepinillo como un fútil condimento (bastante pertinente, por cierto). Mis amigos me habían prometido que, pese a su aspecto de poquita cosa, cunduría con creces su función de cena. Y yo no sé si me mintieron maliciosamente, si solamente son unos flojos, o yo soy un goloso comedor... pero quería MÁS. Además, el ambiente acompañaba. Ese negruno avieso despedazando en láminas la carnosidad jugosa de la ternera, el torno girando mansamente, la duda de si el dependiente será miembro de Al-Qaeda y si lo que te acabas de jalar es rata asada... Se estaba gestando un mito.
De la misma manera que los futuros que algún día imaginamos sintetizaban los miedos humanos en pastillas de fabada, los restaurantes multiculturales de nuestra era simplifican su identidad con el nombre del producto que sirven. Poco a poco, nos encaminamos hacia un tiempo que no es el nuestro, sino el suyo, ya sean hijos, nietos clones o cruces genéticos animales. Esta generación come kebabs, bebe coca cola y chatea por el msn; la próxima no, y la próxima de la próxima menos. Estamos muy cerca del cierre definitivo del círculo, y yo, por si acaso, ya me he hecho con un blog de esos de los que tanto hablan los jóvenes.
Supongo que es porque mis antepasados quedaron genéticamente marcados durante La Reconquista, pero cada vez que veo a un moro musulmán con uno de esos grandes cuchillos de cortar carne, un estremecimiento recorre mi espina dorsal, y que un estremecimiento recorra la espina dorsal de uno es algo tan desagradable como suena.
Bueno, no iba a decir nada acerca del deporte y me encuentro con que nadie lo ha dicho todavía por mí mejor de lo que yo lo hubiera hecho.
Estoy en desacuerdo con el texto porque 6dedos ¿de verdad piensas eso del kebab? Tu concepción de la vida me da hasta pena. El kebab es lo mejor que nos ha dado la vida y lo digo de verdad.
Vamos, que además me parece penoso todo esto
Bueno señor 6dedos, yo de usted borraría los mensajes que estos personajes le envían con el único proposito de OFENDER.
Sacar la basura no es censura, recuérdelo bien...
Y de paso le digo al señor anónimo (se te ve muy valiente bajo el amparo del anonimato en la red, eh?) que la libertad de expresión es un bien muy preciado, pero no es válido para decir memeces ancladas en el franquismo. Si no te gusta lo que lees, pues te piras y puto.
Govern d’entesa nacional YA.
Estoy en desacuerdo con Don Clueco porque Don Clueco ¿de verdad piensas eso del franquismo? Tu concepción de la vida me da hasta pena. El franquismoes lo mejor que nos ha dado la vida y lo digo de verdad.
Vamos, que además me parece penoso todo esto
Es mi opinión, y tengo derecho a expresarla. Faltaría más.
¿Sos hago el cuñao?
¿El cuñao? esto está pasado de moda. Ahora lo que le pone a la juventud es hacer el Trillo: "manda huevos, manda huevos" Ja, no tenéis ni puta idea de los juegos de patio de hoy en día. Yo tampoco soy muy docto en estos temas, no crean (el otro día aún me enteré de que la chavalada ya no se viste con pantalones cortos, que vergüenza) pero el menos procuro informarme. Luego no me extraña que vuestros hijos salgan drogadictos, como ese tal Camila de Ory (¿de qué me suena ese tal Camila?), cuyos poemas no son poemas, son desbarres de fumeta triste. Estás triste y vacío por dentro, tío. Aunque al menos no has estado en la trena como 6dedosgordosdelpie.
¿Quién ha dicho que Camilo no ha estado en la trena?
Apuntad: condenado, a principios de los locos años 90, a dos años de cárcel, que desafortunadamente no llegó a cumplir, por atentado a la autoridad con piedras.
Varias veces detenido en la misma época por hacer cosas feas y no pagar las multas.
Eso se sabe aquí en el talego. Que donde hay pedigrí, hay pedigrí.
PD. En otro momento más propicio quisiera sincerarme con ustedes y hacerles partícipes de la verdadera naturaleza de mis sentimientos.
Sólo les pediría que trajeran a la cita una pala y un saco terrero, dos objetos que seguramente tendrán en casa y que probablemente nos vayan a resultar muy útiles a lo largo de la velada.
Recuerdo la primera vez que comí un Kebab. La salsa picante se mezclaba con la blanca de yogur y sentimientos encontrados en mi paladar se debatían entre las papilas gustativas.
En ocasiones, ese sentimiento me embarga cuando voy a pedirle, gozosa, mi pan de pita a un moro en el ilustre barrio del Raval.
Fe de erratas (Camilo de Ory copyright ):
Donde dije "moro" quise decir:
"vecino pakistaní que vive en mi país a pesar de los muchos tormentos que tuvo que pasar para llegar hasta aquí"
Por favor, señorita Girl, defíname "gozosa", para saber a qué atenerme y evitar malentendidos.
En otro momento más propicio quisiera sincerarme con usted y hacerla partícipe de la verdadera naturaleza de mis sentimientos.
Sólo le pediría que trajera a la cita una pala y un saco terrero, dos objeto que sin duda tendrá en casa y que probablemente nos vayan a resultar muy útiles a lo largo de la velada.
FE DE ERRATAS:
Donde dije:
"dos OBJETO que sin duda tendrá en casa y que probablemente nos vayan a resultar muy útiles a lo largo de la velada"
Quise decir:
"dos OBJETOS que sin duda tendrá en casa y que probablemente nos vayan a resultar muy útiles a lo largo de la velada"
En otro momento más propicio quisiera sincerarme con usted y hacerla partícipe de la verdadera naturaleza de mis sentimientos.
Y sepa usted que Camilo de Ory no tiene derechos.
¿No he dicho muchas veces "usted"?
FE DE ERRATAS:
Donde dije:
"Y sepa usted que Camilo de Ory no tiene derechos."
Quise decir:
"Y sepa que Camilo de Ory no tiene derechos."
gozoso, sa.
1. adj. Que siente gozo.
2. adj. Que produce gozo.
3. adj. Que se refiere a los gozos de la Virgen.
La tercera, claro.
A mí también me gustaría hacerle partícipe de la verdadera naturaleza de mis sentimientos, Tony.
Sólo le pediría que trajera -5- telas de 3x2 metros con arabescos motivos, -5- perros de presa canarios (que ya iré yo a buscarlos), -5- mondarinas de Valencia. Recuerde, CIN-CO.
Ah, y un billete de cincuenta para hacer el turulo.
Suya siempre:
Srta. Girl
Cuando despertó, la cuchara impregnada todavía estaba allí.
Demodé, demodé, demodeeeeee!! Joder.
Cualquier plato que lleve la palabra ROLL en su nombre comercial está bueno.
Ya va siendo hora de que les revele la verdad, chicos. Algún día (espero) entenderán el quiz de mi identidad y sus consecuencias; mientras, pueden ir catando el vino.
Cofres de golosinas para todos.
P.D Tendrán noticias mías.